El estado de «shock» o conmoción es aquel en que uno se encuentra cuando el flujo sanguíneo no irriga suficientemente los tejidos y órganos vitales del cuerpo. Su persistencia puede entrañar la muerte aunque la herida o la causa del «shock» no sean mortales de por sí.
El «shock» obedece a diversas causas, entre otras la pérdida de sangre, la pérdida de fluido en las quemaduras profundas, la dilatación de los vasos sanguíneos, el dolor y hasta las reacciones individuales a la vista de una herida o de mucha sangre. En tales circunstancias los socorros de urgencia se concretan en medidas de prevención, es decir, en impedir que el trauma inicial degenere en «shock». Sin éste hay muchas más probabilidades de sobrevivir.
Cualquier tipo de herida o traumatismo puede originar un «shock», cuya aparición será tanto más fácil cuanto mayor gravedad revista el caso. Sus primeros síntomas son desasosiego, sed, palidez y aceleración del ritmo cardíaco.
Una persona en estado de «shock» puede mostrarse excitada o, al contrario, dar señales de cansancio y abatimiento. Puede sudar aun teniendo la piel fría y pegajosa. A medida que el «shock» progresa, su respiración se vuelve jadeante, pese a la ausencia de obstáculos que estorben el paso del aire. Su mirada se torna lejana y vacía. Su piel se pone amoratada, sobre todo en los labios y alrededor de la boca.
Primeros auxilios
Consisten, en medidas que prevengan la aparición o el empeoramiento del "shock", elevar los pies de la víctima, aflojarle la ropa, cubrir su cuerpo por encima y por debajo para que no se enfríe, etc. A lo mismo contribuyen las acciones mencionadas en los párrafos síguientes.
Asegurar la normalidad
de la respiración y el ritmo cardíaco.
Para que la respiración y el ritmo cardíaco se mantengan normales, basta a veces con despejar las vías respiratorias superiores colocando a la víctima en una postura que facilite la desobstrucción y observándola a fin de que nada vuelva a entorpecer el paso del aire. En ocasiones habrá que practicarle la respiración artificial y el masaje cardiaco externo.
Contener la hemorragia.
En caso de hemorragia se utilizarán, según convenga, los métodos ya descritos: aplicación de compresas y vendas, levantamiento de le extremidad afectada y presión digital. El torniquete no debe emplearse sino como último recurso.
Aflojar la ropa ceñida.
Aflójese la ropa por el cuello, la cintura y otras partes donde quede prieta, pero no se le quite a la víctima el calzado.
Tranquilizar al herido.
Asuma el socorrista plenamente su responsabilidad. Actuando con aplomo y confianza en sí mísmo, mezclando suavidad y firmeza, muestre a la víctima que sabe lo que está haciendo y que las medidas adoptadas se traducirán en breve por una mejoría.
Sea prudente, no inicie la conversación sino para dar instrucciones u obtener los datos necesarios. Si el herido le hace preguntas acerca de la gravedad de sus lesiones, tranquilícelo. Recuerde que el «shock» es una reacción tanto psicológica como fisiológica.
POSICIÓN DE LA VÍCTIMA
La posición en que ha de ser colocada. la víctima varía según el tipo de herida o lesión y según que la propia víctima esté consciente o inconsciente.
A menos que la herida requiera una posición específica, póngase al accidentado sobre una manta o algo por el estilo en una de las posiciones que se describen a continuación:
1) Si la persona conserva el conocimiento, el socorrista la colocará boca arriba sobre una superficie plana y con las extremidades inferiores elevadas de 15 a 20 centímetros para que el corazón reciba la mayor cantidad posible de sangre. Esto se logra fácilmente poniéndole la mochila o cualquier otro objeto apropiado bajo los pies.
Si se ha tendido a la víctima en una litera, se levantan los pies de esta última. Téngase presente, con todo, que no hay que mover a la víctima que sufre de una fractura hasta haber entablillado los huesos rotos.
2) Si la víctima está inconsciente será colocada en posición lateral. También se la puede tender sobre el vientre, pero con la cabeza vuelta de lado para impedir que los vómitos, la sangre u otros humores obstruyan sus Vías respiratorias.
3) La persona herida en la cabeza yacerá de modo que ésta le quede a mayor altura que el resto del cuerpo.
4) Manténgase al herido bien abrigado, aunque sin exagerar. Si es posible, póngasele debajo una manta, un poncho, un trozo de lona o un paño apropiado al caso. Según la temperatura ambiente se le echará o no algo por encima. Cuando el clima lo permita, quítesele al herido la ropa húmeda, excepto el calzado, antes de cubrir su cuerpo.
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