La habilidad para desplazarse con eficacia es importante para conservar energías, seguridad y ahorro de tiempo.
El inicio de la marcha será progresivo. A lo largo de ella, el ritmo debe ser sostenido, adecuándolo al del individuo más lento. Los altos deben ser breves, sobre todo con bajas temperaturas, con objeto de que las personas no lleguen a enfriarse.
Al sortear obstáculos se reducirá la velocidad para evitar que pueda quedar rezagado algún miembro del grupo.
Durante la marcha es preferible hacer pequeñas comidas que no una grande. Las ropas no deben llevarse ajustadas; las prendas amplias permiten la circulación del aire, la evaporación del sudor y la conservación del calor del cuerpo; además, facilitan la libertad de movimientos. Es preferible comenzar la marcha abrigados, aprovechando los pequeños altos para quitarse la ropa a medida que se tenga calor.
Para mantener la dirección de marcha se emplearán referencias lejanas. En algunos casos determinados, bosques muy frondosos, zonas desérticas o nevadas, etc., debe prestarse especial atención al jalonamiento de itinerarios, valorando los inconvenientes de carácter táctico que ello supone.
Si el viento es constante en una misma dirección, el que nos dé en un mismo lado es una garantía del mantenimiento de ésta.
En los bosques espesos se comprobará constantemente el rumbo, trepando si es preciso a los árboles. En zonas pantanosas se utilizarán las sendas de los animales, cuando éstas sigan el itinerario previsto. En caso de naufragio se observarán los movimientos de las aves, basuras flotantes, nubes ancladas a nivel del mar, olores, sonidos, etc. De noche se puede tomar como referencia cualquier estrella, siempre que no se haga durante más de diez minutos.
Movimiento en terreno llano.
Este tipo de terreno es el que más facilidades presenta para el movimiento, ya que resulta fácil encontrar pistas, caminos, carreteras, etc. pero, por otra parte, ofrece una serie de inconvenientes tales como falta de puntos característicos, menores zonas ocultas, etc.
Ante la escasez de obstáculos, toda la atención debe dirigirse a la elección del itinerario y a la conservación de la dirección de marcha, en razón de la seguridad, rapidez y comodidad.
Los obstáculos que normalmente se encontrarán serán cursos de agua, zonas pantanosas, vegetación densa, etc. Todos los medios que puedan favorecer el movimiento deberán ser utilizados.
Movimiento en bosque.
En estas zonas, el horizonte visible se presenta muy próximo, razón por la cual las referencias para el movimiento tienen que ser cercanas. Conviene, por tanto, comprobar a menudo el rumbo a seguir.
Una forma de hacerlo es trepar a un árbol alto, que nos permita divisar una referencia lejana. Los caminos, arroyos, barrancos, etc., pueden servir de ayuda para mantener el rumbo, siempre que, previamente, se conozca su dirección.
Al avanzar por este tipo de zonas, si son de vegetación densa, debe tenerse la precaución de cubrirse la mayor parte posible del cuerpo, para evitar arañazos; protegerse igualmente la cara y las manos, sobre todo de noche; caso de engancharse entre la maleza no tratar de librarse a la fuerza.
El bosque tiene la ventaja de que proporciona medios para la construcción de refugios, combustible y ofrece mayores posibilidades de obtener alimentos que otras zonas.
Movimiento en montaña.
El conjunto de los tres tipos de montaña: alta, a partir de 2.000 m; media, desde 1.000 m; y baja, hasta 1.000 m, presenta las dificultades inherentes a las características del terreno, del clima, de la falta de recursos y de las comu-nicaciones.
Las cadenas montañosas frecuentemente afectan al clima de una región, y éste, a su vez, influye en la vegetación, la fauna y la densidad de población. Por ejemplo, el lado oceánico de las montañas tiene más nieblas, lluvia y nieve que el lado continental. Puede haber bosques en el lado oceánico, mientras que el interior puede ser semiseco.
Como norma general cabe señalar que, ante la abundancia de obstáculos que en la montaña se presentan, es preferible evitarlos que intentar superarlos; no obstante, habrá ocasiones en que la única alternativa sea la de atacarlos de frente.
Por la gran dureza del terreno, sus condiciones climatológicas y carencia de recursos, la alta montaña está deshabitada. La montaña media, durante las épocas más propicias del año, suele estar habitada por una población trashumante escasa y dedicada al pastoreo y las explotaciones forestales; poco a poco las pistas de servicio de los montes van haciendo accesibles las zonas que no lo eran tanto, y la construcción de urbanizaciones busca lugares cada vez más altos.
Asimismo, la práctica del montañismo ha hecho que cada vez sea más frecuente encontrar a personas que, en grupos o en solitario, recorren las sierras.
Los núcleos de población sedentaria se encuentran en las zonas de baja montaña, más favorables para la vida. Estos núcleos suelen ser pequeños y diseminados. El plan para el movimiento en terreno montañoso debe realizarse sin precipitaciones, estudiando detenidamente el itinerario a seguir, debiendo prever el que una vez iniciado el movimiento, puede resultar peligroso, e incluso imposible, el retroceder. Por ello, se ha de considerar la necesidad de algún material, como piolet, clavijas, cuerdas, crampones, raquetas e incluso improvisarlo si no se cuenta con él.
La marcha por terreno montañoso se caracteriza por su lentitud, debido a la acomodación del ritmo y la longitud del paso a la pendiente. En el caso de no existir camino, debe evitarse la marcha prolongada a media ladera y en el mismo sentido. Por ello, tanto en subida como en bajada se utilizará el zigzag para evitar el excesivo cansancio.
Si la montaña no es muy alta, es preferible seguir la divisionaria al valle, ya que las partes altas tienen menos vegetación, lo que facilita el movimiento.
El movimiento por zonas con nieve precisa de una mayor experiencia. Para la elección del itinerario se tendrán en cuenta las siguientes circunstancias:
— Peligro de aludes.
— Espesor y consistencia de la nieve.
— Condiciones meteorológicas.
A partir de los 30 cm de nieve polvo o reciente, el movimiento es fatigoso, siendo preciso abrir huella mediante el relevo sucesivo del hombre de cabeza por todos los componentes del grupo.
Con más de 50 cm es prácticamente imposible marchar sin medios auxiliares (esquís o raquetas). Con ramas de árbol recortadas se pueden fabricar unas raquetas improvisadas para uso inmediato, atándolas a las botas con una cuerda y ayudándose con unos bastones.
En caso de nieve dura, una rama, con cierta resistencia, puede utilizarse como piolet. Asimismo, con unas herraduras y unos clavos cortos, o bien una tabla claveteada, se pueden fabricar unos crampones de circunstancias.
El movimiento en pendiente suave, tanto con nieve blanda como dura, no ofrece demasiados problemas; pero en pendiente media, con nieve dura, y no disponiendo de crampones, es preciso tallar escalones, apoyando en la ladera el piolet, una rama aguzada o el mismo ornamento.
El descenso por estas pendientes se ejecutará cara al vacío y con el tronco inclinado hacia delante; los talones se hunden verticalmente en la nieve, con las puntas de los pies hacia arriba.
En los movimientos sobre nieve deben tenerse en cuenta algunos obstáculos que podrían dificultar o impedir el desplazamiento, como son: los puentes de nieve, las cornisas y las grietas.
PELIGROS DE LA MONTAÑA
En toda época la montaña presenta una serie de dificultades que son capaces de producir accidentes, sobre todo si los desconocemos y no tomamos medidas para evitar los peligros que producen. Los podemos clasificar en:
— Subjetivos, o producidos por el propio individuo.
— Objetivos, o propios de la montaña.
Peligros subjetivos:
— Falta de experiencia.
— Falta de técnica.
— Falta de entrenamiento, fatiga o deficiente alimentación.
— Incapacidad física y moral.
— Falta de atención. La distracción es imprudencia capital en montaña.
— Falta de disciplina.
— Mala elección de itinerario y horario.
— Falta de estudio de las condiciones de la zona.
— Mala elección de material y equipo.
— La temeridad, fruto de la vanidad, falta de razón o entendimiento o de la incompetencia.
Peligros objetivos:
— Aludes. Son el principal peligro de la montaña invernal. Su caída guarda estrecha relación con la climatología. Tienen lugar en zonas de terreno de gran inclinación (a partir de los 25°), desprovistas de accidentes que los contengan (árboles, grandes piedras, cambios de nivel, etc.), y cuando la climatología sufre variaciones bruscas.
Los aludes, generalmente, ocurren en el mismo lugar. Pequeños árboles caídos, ramas rotas, bolas de nieve, etc., son un indicador de un área de avalancha. Si la nieve cruje y el crujido persiste o aumenta, el peligro de alud es inminente. Frente a este peligro pueden adoptarse una serie de medidas tales como: evitar las zonas peligrosas (pendientes muy pronunciadas o dominadas por cornisas); utilizar las aristas y crestas rocosas.
En caso de tener que cruzar zonas peligrosas, hacerlo a la mayor altura posible, para estar cerca de la zona de ruptura y a las horas en que la temperatura sea más baja. Si se avanza en grupo, hacerlo de forma que sólo haya un individuo en la zona de peligro. Cruzar rápido y silenciosamente, soltando las concilias de seguridad de las fijaciones, caso de marchar con esquís, así como las dragoneras de los bastones.
Si se es sorprendido por un alud:
• Intentar huir mediante una fuerte diagonal descendente.
• Desprenderse de la mochila.
Si el alud nos envuelve:
• Intentar mantenerse en la superficie, mediante movimientos similares a la natación.
• Mantener cerrada la boca, protegiendo la cara con manos y brazos.
• Si es posible, agruparse.
Cuando el alud se detiene y hemos quedado enterrados:
• Averiguar nuestra posición relativa respecto al suelo.
• Intentar abrir un espacio delante de la cara.
• Tratar de mover brazos y piernas y, si es posible, intentar salir.
— Caída de piedras.
Se producen más frecuentemente en época estival, aunque no se pueden descartar en la invernal. Cualquier pendiente escarpada o rocosa puede convertirse en el centro de un alud de piedras.
En zonas de alta montaña, donde nieve y roca están mezcladas, es en la hora en que el sol cae sobre las paredes rocosas cuando es más serio el peligro, ya que el sol funde el hielo que las sujetaba produciendo su caída. Para sustraerse a este peligro es preciso:
• Franquear las zonas peligrosas antes de salir el sol.
• Pegarse a la base de las paredes para cruzar una zona cortada.
• Atravesar la zona de avalancha hombre a hombre.
— Puente de nieve.
Es la unión entre dos bordes de una grieta del glaciar; son menos peligrosos en invierno que en verano, debido a la mayor cantidad de nieve y a la mayor intensidad del frío, lo que aumenta su consistencia. Cuando se va en grupo es conveniente encordarse para franquearlo.
— Las cornisas.
Son un abarquillamiento de la nieve producido por el viento y en el mismo sentido que éste; en invierno es cuando son más peligrosas, debido a que la nieve no está asentada; la masa que, de este modo, se sostiene en falso, puede romperse por su propio peso o por el paso de una persona.
— Las grietas. Son debidas al movimiento de la masa del glaciar al adaptarse al terreno; la forma de pasarlas es por salto, si no son muy anchas, o bien por puentes de nieve, comprobando previamente su solidez; también se puede descender a la grieta para cruzarla cuando ésta no es muy profunda.
La rimaya es la grieta terminal abierta entre la roca y el hielo como consecuencia de la fusión que provoca el relativo calor de la roca. Ofrece las mismas dificultades que las grietas.
— Frío y viento.
La acción combinada de ambos provoca una pérdida de calor en el cuerpo humano mayor de lo normal, lo que puede ocasionar congelaciones, disminución de la circulación sanguínea y de la capacidad de resistencia.
— Ventiscas.
Resultado de la acción combinada del viento y la nieve. Impide la visibilidad y desorienta, enfriando intensamente el organis-mo y golpeando con fuerza las partes descubiertas, llegando a producir un completo aturdimiento.
— Tormentas.
— Rayos, producidos durante una tormenta.
— Nieblas.
— El sol y el calor.
— Lluvia, granizo, escarcha. Más que un peligro hay que considerarlos una incomodidad, aunque una lluvia violenta puede convertir a los barrancos en verdaderos torrentes que arrastran cuanto encuentran a su paso, y el granizo, cuando es grueso, puede resultar peligroso por los golpes.
FRANQUEAMIENTO DE LADERAS
ESCARPADAS Y CORTADURAS
Para el franqueamiento de estos obstáculos será necesario acondicionarlos a base de pasos semipermanentes o emplear técnicas de escalada, dependiendo del material con que se cuente. Se pueden franquear mediante:
— Escalada.
— Teleféricos.
— Pasamanos.
— Pasarelas.
— Escalas.
— Rapel.
— Izado.
— Combinación de métodos anteriores.
En todos ellos se realizará la aseguración de los componentes de la Patrulla, siempre que las circunstancias lo exijan (poca destreza, malas condiciones meteorológicas, desconocimiento del punto de llegada, fatiga, etc.).
Esta aseguración se realiza con ayuda de una cuerda que actúa como elemento de sostén, con el fin de reducir al mínimo, o neutralizar, las consecuencias de una posible caída, aumentando la seguridad de la cordada. Existen dos sistemas de seguros: dinámico y estático.
En el dinámico el asegurador efectúa el frenado de la cuerda, controlada y progresivamente. En el estático la cuerda es bloqueada instantáneamente. Este sistema sólo se utilizará cuando se asegura desde arriba al escalador (trepas, seguro al segundo o tercero de cordada).
El dispositivo general de aseguración se compone de:
— Autoseguro o aseguración propia. Para montarlo se pueden emplear anclajes naturales (árboles, rocas, etc.) o artificiales (clavijas, etc.), siendo preferibles los primeros. Para el autoseguro puede emplearse la propia cuerda de cordada con un nudo ballestrinque.
— Aseguración al o a los compañeros de cordada en movimiento.
Se pueden emplear los procedimientos siguientes:
• Seguro a la espalda y brazo.
• Seguro mediante un punto fijo; en este caso se pueden emplear alguno de los siguientes sistemas:
•• Seguro a la espalda y brazo, aunque haciendo pasar la cuerda que va al que escala por un punto de seguro próximo.
•• Seguro con medio ballestrinque.
•• Seguro con descensor.
Escalada.
Se utiliza para subir por las laderas escarpadas de una montaña.
Como normas básicas se pueden señalar:
— Se realiza principalmente con las piernas; las manos sirven para mantener el equilibrio.
Sólo se ha de mover cada vez una de las extremidades. El cuerpo ha de mantenerse erguido y algo separado de la pared, repartido su peso entre ambos pies. El apoyo se realiza sobre la punta de los pies, tirando de los talones hacia abajo. Hay que mantener bajas las manos. Comprobar siempre la solidez de todas las presas.
La técnica de la escalada requiere el empleo de todo tipo de presas, apoyos y empotramientos.
Durante el desarrollo de la escalada los individuos irán asegurados, empleando para ello una atadura individual.
Teleféricos.
Tienen por objeto salvar barrancos, ríos, cortaduras, grandes desniveles, etc., mediante el tendido de cuerdas. Por su montaje pueden ser:
— Sencillos: de una sola cuerda.
— Dobles: de dos cuerdas paralelas.
— Superpuestos: de dos cuerdas paralelas, una encima de otra.
Por su inclinación:
— Horizontales: tienen los extremos al mismo nivel.
— Inclinados: tienen los extremos a distinto nivel.
Pasamanos.
Tienen por objeto facilitar el paso en aquellas zonas que por su inclinación, carencia de presas, situación (precipicios) o condiciones del terreno (suelo resbaladizo), harían lento y peligroso su franqueamiento. Por su inclinación en la pared, pueden ser:
— Horizontales: los que empiezan y acaban al mismo nivel.
— Verticales: los que son perpendiculares al suelo.
— Inclinados: los que empiezan y acaban a distinto nivel.
Pasarelas.
Sirven, como los teleféricos, para salvar cortaduras o barrancos, teniendo la ventaja sobre aquéllos de exigir menos instrucción técnica para su paso y de ser más rápidos en su franqueamiento, aunque tienen el inconveniente de ser más lentos en su montaje.
Para su instalación se emplearán preferentemente cuerdas estáticas para las cuerdas soporte y cualquier otro tipo de cuerda para los entramados laterales. Los mosquetones para los tensados deben ser preferentemente de seguridad. Las más usadas son:
— De troncos.
— Japonesa
Escalas.
Son escaleras de mano hechas de madera o cuerda. Se utilizan para salvar con rapidez obstáculos verticales o extraplomados.
Rapel.
Se utiliza para descender por terrenos difíciles. Consiste en bajar de forma controlada y continua por una cuerda (simple o doble) que, posteriormente, se recupera. Para anclar la cuerda del rapel se pueden utilizar medios naturales o artificiales o combinaciones de ambos, buscando siempre la máxima seguridad.
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