La soledad y el tedio son compañeros inseparables del miedo y el pánico. Pero, al contrario de estos últimos, no se apoderan de nosotros brutal y repentinamente, sino con suavidad y de manera gradual, sin que nos demos cuenta.
En general sobrevienen una vez concluidas las tareas básicas de supervivencia y cubiertas las necesidades más apremiantes: agua, comida, refugio y vestido.
La soledad y el tedio deprimen al individuo y socavan su voluntad de sobrevivir. El antídoto psicológico contra ambos estados de ánimo es el mismo que se emplea para combatir el miedo y el pánico; mantener la mente ocupada.
Hay que stablecer prioridades y cometidos que disminuyan la incomodidad, incrementen las posibilidades de rescate y garanticen la supervivencia el mayor tiempo posible.
Ténga en cuenta eventuales emergencias que uno pudiera verse obligado a afrontar, haciendo planes y tomando medidas en consecuencia. Elabore un programa. Éste, además de proporcionar ya cierta seguridad, ocupa la mente con los quehaceres que implica.
Las actividades han de ser amplias, por ejemplo la construcción de un refugio «permanente» o acciones que deben repetirse cada día, como llevar un diario.
Soledad y aburrimiento sólo pueden darse en ausencia de una línea positiva de pensamiento y conducta. En situaciones de supervivencia quedan siempre muchas cosas por hacer.
SOBREVIVIR EN GRUPO
La dinámica de grupos es a veces una ayuda y otras un peligro para la supervivencia individual. Obviamente, el disponer de muchas manos para ejecutar las tareas indispensables y el contacto con otras personas contribuyen de ordinario a una mayor firmeza psicológica.
Pero conviene recordar que la fuerza de unacadena es la de su eslabón más débil y que las dificultades inherentes a la supervivencia pueden verse multiplicadas por el número de individuos que han de sobrevivir.
Le supervivencia colectiva introduce en ocasiones un nuevo elemento destructor: la disensión. Ésta debe evitarse a toda costa.
Así corno las reacciones individuales en circunstancias de supervivencia se vuelven automáticas, así también ha de suceder con las del grupo.
Los grupos (pelotones militares, equipos, etc.) que trabajen al unísono obedeciendo a jefes responsables tienen las máximas probabilidades de sobrevivir. Si no hay jefe ya designado, es necesario elegir uno.
Atendiendo a los siguientes factores, mejorarán no poco las relaciones amistosas del grupo:
1) Organícense actividades en orden a la supervivencia colectiva.
2) Reconózcase a un miembro del grupo como jefe. Éste delegará en otros miembros ciertas responsabilidades especificas y mantendrá a todos al corriente de lo que se hace.
3) Foméntese un sentimiento de dependencia mutua dentro del grupo.
4) En cuanto sea posible, el grupo como tal tomará decisiones bajo la dirección del jefe. De lo contrario, será el propio jefe quien decida por su cuenta lo que deba hacerse en cualquier tipo de situación, y todos habrán de acatar sus órdenes.
Por último, nadie olvide que la mayor prueba a que se verán sometidos sus nervios y su voluntad sobrevendrá precisamente en el momento en que uno se crea casi rescatado, es decir, cuando el avión o el buque aparezcan en lontananza... y pasen de largo ignorantes de lo que nos sucede.
En tales casos, la depresión y la desesperación son impulsos naturales. Debemos guardarnos de sucumbir a ellos.
Si ha pasado un avión, ya pasará otro. Si está recorriendo sistemáticamente la zona, ello es indicio de que alguien nos busca. Ahora es cuando hay que aplicar a fondo todas las energías disponibles y utilizar todas las técnicas de supervivencia para que nos encuentren en buen estado la próxima vez que pasen y nos vean. Pues habrá una próxima vez.
El lema de la supervivencia es: ¡Jamás te rindas!
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