Enfermedades y heridas son, para toda persona en situación de supervivencia, la principal fuente de inquietud desde el comienzo hasta el fin de su odisea. Este artículo trata de las medidas de urgencia que deben tomarse para luchar de manera eficaz contra dichos males cuando sobrevienen, ordinaria o extraordinariamente, en regiones aisladas de la civilización. De las heridas y dolencias propias del clima específico de ciertas zonas hablaremos más adelante.
HIGIENE BÁSICA.
Una protección de tipo general contra la enfermedad supone transformar en hábitos muchas prácticas sencillas, que agrupamos bajo la denominación colectiva de "higiene personal.
Las vacunas nos inmunizan ya contra muchas enfermedades graves: viruela, fiebre tifoidea, tétanos (trismo), tifus, difteria, cólera, peste y fiebre amarilla... No nos libran, en cambio de otras afecciones mucho más comunes: diarrea, disentería, catarros, paludismo, etc. El único medio de prevenir estas últimas consiste en mantenerse en buena forma física para que el cuerpo rechace por sí mismo los microbios patógenos A ello contribuirá no poco la observancia de las reglas que siguen:
1.- Limpieza
La limpieza corporal es la primera defensa contra los organismos portadores de enfermedades. En este sentido no hay nada mejor que una ducha diaria con agua y jabón. Si las circunstancias no se prestan a ello, como cabe suponer, manténganse las manos bien limpias, sin olvidar las uñas, y hágase al menos un lavado diario de cara, axilas, ingle y pies con una esponja u otra cosa equivalente.
La ropa debe conservarse lo más limpia y seca posible, en especial las prendas interiores y los calcetines. Cuando no haya modo de lavarla, sacúdase una vez al día y extiéndase al sol y al aire.
Si se tiene un cepillo de dientes, úsese con regularidad. Jabón, sal de mesa y bicarbonato son buenos dentífricos a falta de pasta. Quien no disponga de cepillo lo sustituirá por cualquier ramita tierna, masticando uno de sus extremos para darle consistencia pulposa. Otro método de higiene bucal consiste en frotarse los dientes y las encías con un dedo limpio. Después de comer, uno se enjuagará siempre la boca con agua potable si la hay.
2.- Prevención de enfermedades
y trastornos intestinales.
Las afecciones intestinales, entre otras la diarrea, la intoxicación por alimentos, etc.. son las más comunes, y a menudo también las más difíciles de prevenir. Se deben a la ingestión de comida y bebida contaminadas. He aquí algunas recomendaciones para protegerse de tales enfermedades:
1) Procurar que el cuerpo esté continuamente limpio, sobre todo las manos. No meterse nunca los dedos en la boca. Evitar al máximo el contacto directo de las manos con la comida.
2) Asegurarse de la potabilidad del agua que uno va a beber, tratándola si es preciso con las pastillas previstas para tales casos o poniéndola a hervir durante un minuto.
3) Lavar y pelar toda fruta.
4) No conservar por mucho tiempo los alimentos ya guisados.
5) Esterilizar los utensilios que se usen para comer o preparar la comida, introduciéndolos a ser posible en agua hirviendo.
6) Ponerla comida y bebida fuera del alcance de las moscas y otros insectos análogos. Tener el campamento limpio.
7) Tomar estrictas medidas para deshacerse de excrementos y basuras.
El vómito puede obedecer a múltiples causas: acedía, indigestión, gastritis (inflamación de la mucosa del estómago) úlcera, intoxicación, alergia gastrointestinal (reacción del organismo al rechazar ciertos alimentos o sus-tancias que no le van bien), etc.
En situaciones de supervivencia, los motivos más probables de este trastorno son la intoxicación por lo comido o bebido y la alergia gastrointestinal.
Si se sospecha un envenenamiento, bébase gran cantidad de agua (tibia de preferencia) y provóquense nuevos vómitos.
La diarrea ocupa el primer puesto entre las afecciones intestinales. Puede llegar a ser grave -y aun mortal si el organismo se deshidrata-. Cuando va acompañada de fiebre, pus o sangre, debe presamirse una infección causada por bacterias o parásitos más que por virus; y entonces la cosa es mucho más seria. Este tipo de infección se evita con una buena higiene personal.
En caso de vómitos o diarrea, conviene concederse un descanso y dejar de tomar alimentos sólidos hasta que cesen los síntomas. Ingiéranse en cambio líquidos, especialmente agua potable, en pequeñas cantidades y a intervalos frecuentes. En cuanto el cuerpo los tolere, podrán tomarse alimentos semisólidos. No se interrumpa la dosis ordinaria de sal.
El origen probable del trastorno es lo que se comió o bebió inmediatamente antes de la aparición de los síntomas. Renuncie a esos alimentos en el futuro.
Cómo precaverse del calor
En climas tórridos no viene mal adquirir un bronceado, pero exponiéndose a los rayos solares gradualmente. El esfuerzo o ejercicio intenso a pleno sol puede acarrear una insolación.
Otras enfermedades menos importantes, debidas al calor, se previenen. consumiendo líquidos potables y sal en cantidad suficiente para compensar las pérdidas que resultan de la transpiración. No coma en exceso, pues ello estimula los efectos nocivos del calor.
Más adelante trataremos de algunos peligros propios de los climas cálidos.
Cómo precaverse del frío
En medio de un frío muy intenso, tráte de conservar a ultranza el calor natural del cuerpo. Ténga especial cuidado de los pies, las manos y cualquier parte que quede al descubierto. Los calcetines han de estar siempre secos.
A falta de ropa de abrigo, puede uno protegerse del frío con trapos, papeles, musgo, hierba u otra cosa a su alcance. Mas adelante se detallarán los peligros que amenazan a una persona en razón del frío.
El cuidado de los pies
Los calcetines sucios o sudados dañan el pie. Lávense, sustituyéndolos mientras tanto por otros limpios. Si no se tiene ningún par de repuesto, lavelos a pesar de todo y póngalos luego dentro de la camisa junto al cuerpo. Al contacto con éste no tardarán mucho en secarse. Es aconsejable llevar calcetines de lana, que absorben bien el sudor.
Un buen método para quitarles los restos de suciedad, sudor, sales, humedad, etc., consiste en dejar que se hielen y sacudirlos después con alguna vara o rama.
Las ampollas que se levantan en los pies son peligrosas, ya que pueden infectarse. Estas infecciones resultan muy molestas al andar y, en los casos más graves, inmovilizan a la persona por completo. Si los zapatos se ajustan bien al pie, si uno los seca después de cruzar terrenos húmedos y se cambia con frecuencia de calcetines, si espolvorea de vez en cuando los pies con talco u otro producto adecuado (de llevarlo consigo) y les da un poco de masaje, evitará fácilmente el problema de las ampollas.
En el supuesto de que se forme alguna, lávese a menudo la zona con agua, para prevenir la infección. Si la ampolla está a punto de reventar, puede hacérsele una punción por el borde con un alfiler o una aguja previamente esterilizados, apretándola después para que salga el líquido. No se pinche la ampolla si no hay peligro inmediato de que reviente por si misma. Cúbrala entonces con un algodón o gasa improvisada para protegerla contra la presión y el roce del zapato. Sirve cualquier trozo de tela, con tal de esterilizarlo antes.
LA ENFERMEDAD
La enfermedad es casi siempre nuestro peor enemigo en la lucha por sobrevivir. Aunque, para el fin que nos proponemos, no se requieren grandes conocimientos de medicina, conviene saber qué enfermedades se dan típicamente en esta o aquella región, cómo se transmiten y que ha de hacerse para evitarlas.
La mayoría de las enfermedades que nos amenazan en situaciones de supervivencia son causadas o transmitidas por parásitos, plantas microscópicas o ciertos animales como la garrapata, el ácaro, etc., que penetran y se multiplican en nuestro cuerpo, perturbando de mil maneras su funcionamiento. Una vez conocidos los agentes transmisores de tal o cual enfermedad, nos será más fácil prevenirla por el simple medio de rehuir todo contacto con dichos agentes o parásitos.
Formas inferiores de vida.
Algunos animales de los llamados "inferiores", como los insectos, pueden resultarnos todavía más peligrosos y molestos que la escasez de comida y agua. El mayor peligro que corremos por su culpa radica en la posibilidad de que, con sus picaduras, nos transmitan enfermedades debilitantes y aún mortales.
Para existir y reproducirse, los agentes transmisores de enfermedades requieren un ambiente determinado y unas condiciones específicas: tanta cantidad de sol, tales temperaturas, sitios apropiados para la cría, etc. Así, según el lugar y el momento, sólo hay que precaverse contra un número relativamente limitado de esos enemigos.
A menudo los microbios de una enfermedad particular que se transmiten al hombre deben pasar, en una u otra ocasión durante la vida del agente transmisor, a través de mintermediarios, plantas o animales que reciben el nombre de huéspedes. En ausencia de éstos, el organismo patógeno no puede subsistir ni transmitirse, por numerosos que sean en la región los agentes transmisores. El hombre hace propiamente de huésped en el paludismo, también llamado malaria.
Mosquitos y malaria.
Las picaduras de mosquito no sólo son desagradables, sino que a veces hasta pueden llegar a provocar la muerte. En todos los rincones del mundo hay mosquitos. A fines de primavera y principios de verano, los mosquitos abundan más en algunas partes del Ártico y de las zonas templadas que en los trópicos en cualquier época del año.
Desde luego, los mosquitos tropicales son mucho más peligrosos debido a las enfermedades que transmiten: malaria, fiebre amarilla, dengue, encefalitis y filariosis. No se escatimen precauciones para evitar las picaduras de mosquito. He aqui algunos consejos prácticos:
1) Acampar en sitios altos y lejos de cenagales o pantanos.
2) Si lo hay, utilizar un mosquitero durante el sueño.
3) Untarse la cara de barro, especialmente antes de irse a dormir.
4) Acostarse vestido, sobre todo por la noche.
5) El humo, que ahuyenta en parte los mosquitos, puede ser un último recurso. Para producirlo, prénda fuego a una corteza de árbol seca después de cubrirla con cortezas humedecidas, hojas verdes y ramaje, musgo, excrementos de animal u hongos. Los hongos arden con lentitud y sin llama, lo que permite sujetarse alguno o algún trozo en el cuello con el extremo encendido hacia afuera.
6) El queroseno, la gasolina y el alcohol son eficaces para repeler casi todas clase de parásitos e insectos.
Moscas.
A semejanza de los mosquitos, las moscas difieren entre sí por su tamaño y modo de criarse, así como por las incomodidades y peligros a que dan origen. Los medios empleados para protegerse de los mosquitos protegen igualmente contra las moscas.
Pulgas.
Estos pequieños insectos carentes de alas pueden llegar a ser peligrosísimos en algunas regiones por su aptitud para transmitirle al hombre la peste después de haber vivido como parásitos en roedores apestados. El que vaya a comerse un roedor allí donde hubiera riesgo de peste cuelgue el animal en cuanto lo mate y no lo toque basta que se enfríe por completo. Las pulgas abandonan un cuerpo frio.
Para que no le vengan a uno mismo, lléven calcetines o botas bien ajustadas. Si no ha sido posible rechazar las pulgas, un buen baño o lavado acabarán con ellas, ya que se ahogan en el agua. Si uno sospecha que el refugio donde se encuentra está infestado de pulgas, lávelo y friéguelo a fondo. Estos animales huyen de los lugares húmedos..
Garrapatas.
Se trata de diminutos parásitos de forma ovalada que viven por todo el mundo, si bien predominan en las zonas tropicales y subtropicales. Son transmisores de "la fiebre de garrapatas" (variedad de fiebres recurrentes) y de un tipo de tifus igualmente calificado por el parásito.
Hay dos grupos principales de garrapatas: las "duras" y las "blandas". Las garrapatas se alojan en la piel excavándola y dejando al descubierto la parte trasera del abdomen. No intente extraer una garrapata con los dedos si existen otros medios, pues la cabeza del animal quedará adherida a la piel, produciendo una llaga.
Para desalojar una garrapata, se aplica a la parte descubierta de su abdomen cualquiera de las siguientes cosas: aceite, tabaco húmedo. el calor de un fósforo encendido, de un cigarrillo o de una brasa. También resulta eficaz acercar la piel al humo de una fogata de leña verde. En todos estos casos la garrapata sale de su escondrijo por si sola, y entonces es fácil quitarla del cuerpo.
Ácaros, niguas y piojos.
Son parásitos comunes en muchas regiones del globo y muy pequeños, aunque las molestias e irritaciones que provocan no están en proporción con su tarnaño. Las niguas representan fases inmaduras de ciertos acáridos, que perforan la piel causando picores e incomodidades.
Las personas particularmente sensibles a la acción de estos parásitos llegan a caer enfermas. En algunas partes del mundo las niguas transmiten el tifus rural, conocido también por otros nombres como «tifus de Malasia», «fiebre fluvial japonesa», etc.
El ácaro humano o arador es causante de diversas enfermedades cutáneas, entre otras la sarna. Al rascarse, hay peligro de una segunda infección.
Las niguas se desprenden del cuerpo con un baño de agua salada. Para repeler los acáridos en general, se recomienda exponer la ropa varias veces al humo de una hoguera y no ponérsela hasta que su olor la impregne del todo.
Numerosos poblados indígenas suelen estar infestados de piojos. Evítense en cuanto sea posible las chozas, y el contacto personal con los nativos. Es malo rascarse al sentir el picor característico de un piojo, ya que entonces se esparcen sus heces por la herida que ha dejado en la piel. A través de estas heces infecciosas contrae el hombre enfermedades como el tifus epidémico y ciertas fiebres recurrentes. A falta de polvos u otro insecticida, uno se deshará de los piojos hirviendo la ropa en agua. Si esto no es posible, expóngase durante unas cuantas horas a la luz directa del sol el cuerpo y la ropa, sobre todo las costuras.
Después de un contacto donde hayamos corrido el riesgo de coger piojos debernos lavarnos bien, preferentemente con jabón. Si no hay jabón disponible. puede sustituirse por el sedimento arenoso que se forma en el hondo de ríos y otras corrientes de agua.
Inspecciónense con frecuencia las partes pilosas del cuerpo por si hubiera piojos.
Abejas, avispas y avispones.
Las picaduras de un enjambre enfurecido de abejas, avispas o avispones suelen ser peligrosas y hasta mortales en algunos casos. Quien se vea atacado, corra a refugiarse entre la maleza o la vegetación densa.
Al picar, la abeja pierde su aguijón en la herida. Extráigalo para evitar la infección.
Avispas y avispones, en cambio, pueden seguir picando indefinidamente. Para aliviar el escozor aplíque a la parte afectada lodo, acilla húmeda, tabaco mojado o sal húmeda. Y mejor aún, si se tienen a mano, amoniaco o una pasta de levadura en polvo. Todos estos remedios son igualmente eficaces contra las picaduras de escorpiones, ciempiés y orugas venenosas.
Arañas
A excepción de la viuda negra y alguna que otra especie de los latrodectos, las arañas no representan un grave peligro para el hombre. Las picaduras de tarántula no son mortales, como muchos creen y ni siquiera acarrean problemas serios. Al contrario, la viuda negra y unos cuantos miembros tropicales de la misma familia deben evitarse con sumo cuidado, pues sus mordeduras provocan intensos dolores, hinchazones e incluso la muerte.
Todas estas arañas suelen ser de color negro con motas blancas, amarillas o rojas. A raíz de su picadura se experimentan agudos calambres o retortijones abdominales, que pueden durar uno o dos días repitiéndose a intervalos.
A veces se interpretan equivocadamente esos dolores como síntoma de indigestión y aún de apendicitis aguda.
Alacranes.
La picadura de las especies muy pequeñas es dolorosa, pero casi nunca mortal. Las especies grandes son más temibles y mayor el peligro de muerte cuando nos hunden su aguijón.
Los alacranes o escorpiones viven en zonas muy dispares; en algunos sitios constituyen un peligro muy real, ya que se ocultan a menudo entre la ropa, en el calzado o dentro de la cama. Sacuda las prendas de vestir antes de ponérselas. En case de agresión, aplíque compresas frías o barro. En los trópicos, el mejor remedio es la pulpa de coco.
Parte del veneno puede extraerse introduciendo en la herida un junco o carrizo hueco y apretando luego la piel a su alrededor durante algunos minutos, de modo que salga algo de sangre junto con el veneno.
Sanguijuelas.
Estos gusanos chupadores de sangre se reparten por distintas regiones del mundo: Borneo, Filipinas, Australia, islas del Pacífico y varias partes de Sudamérica. Suelen adherirse a briznas de hierba, hojas, ramas pequeñas, etc., y se le fijan al individuo que pasa a su lado.
Sus mordeduras provocan molestias y pérdida de sangre, a lo cual puede seguir una infección. Para desprender las sanguijuelas, tóquense con un cigarrillo encendido, un fósforo, tabaco húmedo o cualquier producto que repela insectos.
Ciempiés y orugas.
Los ciempiés abundan especialmente en los trópicos. La mordedura de algunas de las especies más grandes puede llegar a ser muy dolorosa, pero rara vez atacan al hombre, a menos que se les impida escapar. Como el escorpión, sólo constituyen un verdadero peligro cuando se han refugiado en una prenda de vestir que alguien va a ponerse.
Ciempiés y orugas provocan aveces intensos picores e inflamaciones en la persona que se roza con ellos. Las orugas levantan también dolorosas ampollas. Entre personas muy débiles, aun adultas, se han producido muertes atribuidas al contacto casi simultáneo con varias de las llamadas orugas eléctricas... que viven en América central y meridional.
Trematodos y platelmintos.
Estos parásitos viven en corrientes lentas de agua dulce, dándose en las zonas tropicales de América, África, Asia, Japón, Formosa, Filipinas y otras islas del Pacifico. No hay peligro de encontrarlos en agua salada.
Los trematodos penetran en el organismo humano cuando se bebe agua infestada, o a través de la piel al bañarse en esa misma agua. Se alimentan de células sanguíneas y sus huevos salen por la vejiga o los intestinos. Uno evitará este peligro teniendo cuidado con el agua que bebe y cubriéndose bien con la ropa al cruzar ríos que puedan estar contaminados.
Anquilostoma.
Es un parásito propio de regiones tropicales y subtropicales. Sus larvas entran en nuestro cuerpo por los pies descalzos o cualquier parte de la piel en contacto directo con el suelo. No existe riesgo de anquilostoma en comarcas desérticas y alejadas de toda habitación humana.
Primeros auxilios
contra las mordeduras de serpiente.
Casi todas las serpientes muerden. Si la que nos ha atacado no es venenosa, lavaremos y limpiaremos bien la herida, curándola como cuando nos pinchamos con algo. A menos de distinguir con absoluta certeza entre unas serpientes y otras, trátense todas sus mordeduras como si fueran venenosas, procediendo así:
1) No ponerse nervioso, pero actuar con rapidez.
2) En los límites de lo posible, inmovilizar la parte afectada situándola a un nivel más bajo que el del corazón.
3) Improvisar un torniquete con un jirón de tela y colocarlo, sin apretarlo demasiado, a unos 5 o 10 centímetros de la mordedura entre éste y el corazón. Se continuará aplicando el torniquete, cada vez más arriba, si la hinchazón progresa a lo largo del brazo o la pierna. Deberá apretarse lo bastante para contener la sangre en los vasos superficiales, mas no hasta el punto de entorpecer la circulación arterial (pulso).
4) Si todavía no ha transcurrido una hora desde el incidente, practicar un corte (con una navaja, hoja de afeitar u otro instrumento bien afilado) sobre cada una de las dos marcas dejadas por la serpiente al morder. Las incisiones no tendrán más de un centímetro de largo por otro de profundidad y deben hacerse paralelas a la parte mordida.
5) Succionar la herida. Si se lleva un botiquín con el material adecuado al caso, utilícese la bomba aspirante; si no, se hará la succión con la boca, escupiendo a menudo la sangre impura y otros líquidos. El veneno de serpiente puede chuparse sin peligro, a menos que la boca esté llagada; aun así, el riesgo no es muy grande.
La succión ha de prolongarse como mínimo 5 minutos, antes de aflojar el torniquete.
6) Si al cabo de 15 minutos no se sienten una intensa sequedad y tirantez en la boca, dolores de cabeza y dolor o hinchazón en la zona. mordida, debe suponerse que la serpiente no era venenosa.
7) Si lo era, prosígase el tratamiento como lo acabamos de explicar en el apartado 5.
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