No es tarea fácil sobrevivir exclusivamente de los recursos naturales; solamente el personal bien instruido es capaz de encontrar agua y comida.
Esta preparación requiere conocimientos especializados para el hombre común, quien deberá poner en juego toda su imaginación, empeño y buen sentido para alcanzar el fin perseguido. En cualquier situación son condiciones indispensables para la supervivencia el agua y el alimento.
EL AGUA
El agua es un artículo de primera necesidad sin el cual no se puede subsistir. Tanto en climas cálidos como en fríos es imprescindible, variando su consumo según éstos.
Se considera que para mantener la eficiencia física, un individuo de 70 kilos de peso necesita, en condiciones normales, 2,5 litros diarios. Esta cantidad es proporcionada por las bebidas y los alimentos. Desde el primer momento de una situación de supervivencia se debe buscar agua inmediatamente. Una persona puede vivir semanas sin comida, dependiendo de la temperatura, humedad ambiental y de la actividad física desarrollada, pero sin agua su muerte es cuestión de días.
En los lugares que escasee deberá tenerse en cuenta el consumo y su racionamiento, para lo cual será necesario beber en sorbos pequeños, ya que si se hace en grandes cantidades, el organismo eliminará el exceso. Si no se dispone de agua, lo mejor es no comer o comer muy poco.
No se tomarán nunca orines, agua de mar o aguas contaminadas; los orines y el agua de mar producirán en nuestro organismo un efecto contrario, aumentando la sed y la necesidad de beber, en vez de aplacarla.
El riñón sólo está capacitado para eliminar líquido con una concentración de sal del 2 por 100 (el agua de mar está entre el 3 y el 5 por 100); si se bebe agua con mayor concentración se pierde líquido orgánico para compensar el exceso de sal, y el riñón puede cesar en sus funciones.
Las aguas contaminadas pueden producir enfermedades, que en estas circunstancias tendrían extrema gravedad, siendo las más comunes la disentería, el cólera y el tifus. La disentería provoca fuertes y prolongadas diarreas, con sangre en los excrementos, fiebre y debilidad. Favorece la deshidratación ante la gran pérdida de líquidos. El cólera y el tifus se pueden contraer aun estando vacunados, creando además un peligro de contagio.
Otro de los peligros que acarrea el consumo de aguas impuras, sobre todo en regiones tropicales, es que pueden llevar consigo trematodos o sanguijuelas; los trematodos, al alimentarse de sangre, viven parásitos en nuestra corriente sanguínea, ocasionando gravísimas lesiones; además de ingerirlos bebiendo, pueden penetrar en nuestro cuerpo al vadear o nadar en aguas que los contengan. Las sanguijuelas pequeñas, si se tragan, se corre el riesgo de que se adhieran a las paredes del esófago; para desprenderlas se deberá hacer gargarismos con agua salada.
DESHIDRATACION
La pérdida de agua por el organismo se produce de la siguiente manera:
— Por la orina, sobre el 60 por 100.
— Por el sudor, sobre el 5 por 100.
— Por las heces, sobre el 10 por 100.
— Por pérdidas a través de la piel o de los pulmones al exhalar aire, 25 por 100.
Esta pérdida aumenta en las siguientes circunstancias:
— Exposición al calor: dependiendo de las altas temperaturas, se puede llegar a perder, rápidamente y en una hora, hasta tres litros.
— Exposición al frío: al disminuir la temperatura disminuye el vapor de agua, aumentando la pérdida de éste por la respiración.
— Actividad física: al aumentar la respiración, se pierde por los pulmones, y al aumentar el calor del cuerpo, se pierde por el sudor.
— Exceso de ropa, así como el uso de prendas de color oscuro en días soleados, provocan el sudor.
— Nerviosismo: produce mayor sudoración.
— Aumento de altitud: el agua se pierde no sólo como consecuencia del frío, sino por la disminución de oxígeno que provoca una aceleración de la respiración.
— Quemaduras: al ser destruida la epidermis no hay barrera que impida la pérdida de agua por difusión, pudiendo llegar hasta 4,5 litros al día.
— Enfermedades, fuertes vómitos y diarreas, provocan una seria pérdida de agua. Al no poder reemplazar los líquidos perdidos se produce la deshidratación. La pérdida del 20 por 100 del agua corporal, equivalente a un 15 por 100 del peso total del cuerpo, producida de forma rápida (en veinticuatro horas), puede conducir a la muerte.
Algunos de los síntomas de la deshidratación son:
— Sed intensa.
— Debilidad y cansancio. Fiebre, mareos y dolor de cabeza.
— Apatía y somnolencia.
— Pérdida de apetito.
— Sequedad de las mucosas y disminución del sudor.
— Reducción de la orina y de las heces.
— Confusión mental, inestabilidad emocional y habla confusa.
— Respiración entrecortada y pulso rápido y débil.
— Fibrilación muscular.
— Pérdida de reflejos.
— Coloración grisácea y resecación de la piel, no brotando sangre al cortarla, ni desapareciendo el pliegue al pellizcarla.
— Hipotensión. Rigidez abdominal.
— Ojos hundidos.
El único tratamiento adecuado contra la deshidratación es la restitución de líquidos al cuerpo. En la mayoría de los casos, con la ingestión oral de agua es suficiente, tomándola en pequeñas cantidades, a intervalos frecuentes, y si es agua fría, templándola. En otros, será necesaria la aplicación de suero.
En caso de racionamiento se debe tomar el agua en pequeñas cantidades, de forma periódica durante el día. El racionamiento excesivo de agua, en días calurosos, es una invitación al desastre. Cuando haya que incrementar la actividad física se aumentará adecuadamente el agua a ingerir. Esta agua se considera suficiente cuando permite mantener una orina de 0,5 litros diarios.
La falta de sed no es motivo suficiente para dejar de beber; por tanto, hay que beber agua aunque no se tenga sed.
Cuando el agua escasee, la pérdida de líquidos del cuerpo se controlará de las siguientes maneras:
— Disminuyendo las actividades físicas al mínimo, que permitan la realización de los trabajos básicos de supervivencia, perdiendo el mínimo de energía y con frecuentes períodos de descanso.
— En zonas y épocas de calor las actividades principales se desarrollarán por la noche o a las horas más frescas del día.
— Manteniéndose en sitios frescos y a la sombra; si no se dispone de ella se proveerá una protección artificial.
— Las prendas que se lleven puestas deben ser holgadas, con objeto de que con la evaporación se refresque el aire que hay entre las prendas y el cuerpo, disminuyendo de esta manera el sudor y, por tanto, la pérdida de agua. También Conviene que sean de color claro, puesto que éste refleja los rayos del sol.
— Si se dispone de manta térmica se puede utilizar, sabiendo que el aluminio metalizado (color de una de sus caras) refleja las irradiaciones del calor.
— Se debe evitar el consumo de tabaco y alcohol.
— Respirar por la nariz y no por la boca. En situaciones críticas se debe llegar hasta evitar la conversación, no comiendo o ingiriendo lo mínimo imprescindible, puesto que la digestión de los alimentos requerirá agua, siendo la grasa la que más la necesita.
En resumen, se puede decir que se debe racionar el sudor y no el agua.
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