Todas las heridas son focos posibles de infección, por estar los microbios infecciosos siempre presentes en la piel, la ropa y el aire. Además, el proyectil u objeto causante de la herida los introduce en ella. La infección se origina al multiplicarse y desarrollarse dichos microbios en el lugar lesionado. Aunque la herida esté ya infectada, sigue siendo importante protegerla para reducir los daños al mínimo.
Cuantos menos microbios patógenos la invadan, menores serán las probabilidades de Infección y mayores las de que la víctima se recobre. Cualquier herida, por consiguiente, ha de curarse y vendarse cuanto antes, a fin de cortar la hemorragia y de que no progrese la infección.
Compresas.
Las compresas son almohadillas esterilizadas que se usan para cubrir heridas, Suelen ser de gasa o de algodón envuelto en gasa. En campaña se utiliza mucho un tipo de compresas que van sujetas a una venda.
Según las circunstancias, las comprensas adoptan otras formas gasas de diversos tamaños, algodones, tiras adhesivas, esparadrado, etc.
Para aplicar una compresa, hágase primero un corte en la prenda de vestir, dejando al descubierto la herida y evitando así nuevos roces que podrían infectada más. Sáquese luego la compresa de su envoltura y coléquese directamente sobre la herida, sin que toque ninguna otra cosa. En caso de urgencia y a falta de botiquín puede improvisarse una compresa con cualquier trozo de tela o vestido, hirviéndolo inmediatamente antes de aplicarlo. Una vez esterilizado por este medio, pliéguese hasta convertirlo en una almohadilla lo bastante grande como para cubrir toda la herida.
Al manipular la compresa, no se toque la parte que ha de estar en contacto directo con la llaga. Empápese esa parte de antiséptico, si lo hay. Entre los antisépticos naturales figuran: la savia (bálsamo) del balsamera o abeto balsámico (reviéntense las ampollas de savia que aparecen en su corteza), el liquidámbar o resina de ocozol, la trementina de cualquier pino, la resina de ciprés y la resina de abeto del Canadá. En estos dos últimos casos, la resina sale a flote poniendo a hervir en agua un nudo del árbol.
No se le dé nunca la vuelta a una compresa para usarla por la otra parte, pues toda ella estará ya contaminada.
Vendas
Las vendas suelen estar hechas de gasa o muselina. Se utilizan encima de una comprensa para sujetarla, de suerte que la herida quede bien al abrigo de la suciedad o los microbios exteriores, y para contener la sangre que brota por la misma herida.
También sirve para ligar un miembro fractarado y apretar contra él las tablillas. Una venda debe asegurarse bien por ambos extremos a fin de que ni ella ni la compresa se muevan de su sitio, pero no ha de apretarse tanto que llegue a entorpecer la circulación. Si hay que hacer un nudo, éste será de rizo para que no se suelte.
Vendas de cabos.
Las vendas terminadas en tiras o cabos pueden llevar ya adosada una compresa, como sucede con las de campaña. Cada extremo de la venda se prolonga en dos cabos de 10 a 15 cm de largo, o más según lo requiera la parte del cuerpo que deba vendarse.
Estas vendas se improvisan cortando un rollo de venda ordinaria por sus extremos en sentido longitudinal (de 10 a 90 cm) y dejando el centro intacto para cubrir la compresa que ha sido colocada sobre la herida.
Vendas triángulares y de pañuelo.
Muchos botiquines de urgencia contienen una pieza de muselina en forma de triángulo con la cual pueden efectuarse diversos vendajes. Si el lienzo no se pliega, el vendaje es llamado triangular, cuando se dobla sobre la base constituyendo una banda alargada, recibe el nombre de pañuelo.
Con el lienzo se incluyen generalmente dos imperdibles para sostener el vendaje. Las vendas de esta clase son muy valiosas en situaciones de urgencia por lo fácil de su manejo. Pueden asimismo improvisarse a partir de un trozo de camisa, sábana, pañoleta o cualquier otro tejido plegable de suficiente tamaño. Para fabricar un triángulo, córtense primero un cuadrado de tela de unos 93 o 95 cm de lado y dóblese luego en diagonal.. Si hacen falta dos vendas, divídase por el pliegue.
Tipos de vendajes.
Ojos
Aunque sólo un ojo esté herido, han de vendarse los dos. Como entrambos funcionan a la par, cualquier movimiento del ojo sano tiene eco en su compañero y puede por tanto agravar la lesión.
Mandíbula.
Antes de vendar la mandíbula de una persona, se le quíta de la boca todo lo que tenga de postizo y no fijo (dentaduras, aparatos, etc.), guardándolo en uno de sus bolsillos.
Al colocar el vendaje, déjese a la mandíbula suficiente libertad para que no estorbe el paso del aire ni el de las impurezas que han de evacuarse por la boca. Ésta no debe que dar completamente cerrada, lo cual se consigue introduciendo entre ambas encías e hileras de dientes un taco de tela de 1 a 1,5 cm de grueso.
Para evitar que el taco se caiga y llegue a obstruir el conducto respiratorio, deshiláchese la tela y sujétense los filamentos a la venda.
Manos y pies.
Al ir a vendar las manos o los pies, introdúzcase entre los dedos algún tejido absorbente que los separe y preserve a la vez la piel de roces e irritaciones.
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