Dos son los tipos principales de hornos que se pueden construir y de los que se puede sacar un gran rendimiento si se ha de permanecer durante un cierto tiempo en la zona; son los hornos de panificar y los hornos de asar.
HORNOS DE PAN
Pueden construirse de dos tipos: hornos de fuego continuo o de dos pisos, y hornos de brasas o de un piso. Los hornos de dos pisos tienen una altura de medio metro aproximadamente, separados en dos cavidades: la inferior, con dos tercios de la altura total, será la que aloje el fuego, y la superior, de un tercio de la altura, para la cocción del pan; la planta puede ser cuadrada o circular.
Para su construcción se levantan las paredes con piedras y barro, hasta donde vaya a terminar el primer piso; se tapa éste por medio de una losa de dos a tres centímetros de gruesa; en la pared opuesta a donde vaya a estar la puerta se deja un agujero, para que pasando por él una lata vacía y abierta por sus dos extremos haga de chimenea; sobre este piso se construye el segundo, de igual forma al anterior y de menor altura, tapándolo con losas, igual que el primero.
Cuando está todo construido, se tapa completamente el horno con barro, para evitar las fugas de calor.
Con una lata plana, tepe o piedra, se construye una puerta para cubrir la entrada por donde se introduce la masa, al objeto de mantener el calor de la cámara; al construir el horno se hará de forma que las puertas para la leña y el pan no queden en la misma cara del horno, para evitar que el humo que pueda salir por la puerta inferior pase a la superior, al estar éstas muy próximas, y salga el pan ennegrecido.
Antes de introducir la masa se debe tener el fuego fuerte durante una hora y media, con la puerta del piso superior tapada; pasado este tiempo se introduce la masa del pan, procurando que todo el calor que reciba sea por las brasas que hayan quedado; unos treinta minutos son suficientes para cocerlo.
Los hornos de un piso tienen la ventaja sobre el anterior del menor tiempo para su construcción. Una de las formas de construirlo es como el anterior, pero limitado al primer piso.
Otra forma es excavar en una ladera un hueco, recubriendo con losas tanto el suelo como las paredes y el techo.
En el primero como en el segundo caso, se hace un gran fuego dentro de él, y cuando está bien caliente se saca la brasa y se introduce la masa, cerrando con una losa o tepe lo más herméticamente posible para la cocción del pan.
HORNOS DE ASAR
Para el asado de alimentos se puede emplear el horno de dos pisos. También se puede construir el denominado horno polinesio: se excava un hoyo en la tierra y dentro de él se hace fuego; una vez formada la brasa se retira la mitad de ésta, recubriendo el resto con una fina capa de tierra; se introduce la pieza envuelta en un trapo húmedo, volviendo a recubrirla con tierra, y, finalmente, las brasas que previamente se habían retirado.
UTENSILIOS
Dada la falta de útiles durante la supervivencia, habrá que construir éstos, bien por necesidad o bien por comodidad, dependiendo principalmente de la imaginación y habilidad del individuo para este menester. No obstante, es necesario hacer constar que estas actividades también suponen una distracción muy conveniente para el hombre aislado.
Entre estos útiles tenemos las despensas, cuya utilidad estriba en la posibilidad de tener un lugar donde poder guardar el alimento fuera del alcance de las alimañas y aislado del exterior, con el fin de que los insectos y moscas en días de calor no puedan picarlo y depositar en él sus huevos.
— Horno cheroquee. Tiene como misión principal preservar los alimentos y, como secundaria, el ahumado y secado. Se puede construir de dos tipos. El primero, con un armazón de ramas, en forma de pirámide cuadrangular, de metro y medio, aproximadamente, de altura; dentro, y a distintas alturas, con ramas o alambres se hacen varias parrillas o bandejas, donde se deposita el alimento que se quiere preservar. Antes de cerrarlo conviene ahumarlo interiormente, por si se hubiera introducido algún insecto. Los alimentos encerrados en él deben haber sido ahumados, secados, salados, etc., previamente; si fueran frescos, deben vigilarse continuamente para evitar su deterioro.
Toda la armazón se recubre con tepes o barro, dejando una o varias puertas para acceder a las bandejas, así como al piso inferior. Los tepes deben estar con la parte de hierba hacia el exterior, para que si llueve, el agua resbale con más facilidad, y si se enciende un pequeño fuego en el piso, no se quemen las hierbas y las cenizas caigan sobre los alimentos. En caso de lluvia se debe recubrir con plástico.
Cuando se suponga que la permanencia en la zona va a ser prolongada, conviene construir el horno a base de piedras y barro, de planta de troncopiramidal, dependiendo su altura y capacidad de lo que queramos guardar en su interior. Como en el caso anterior, cuando llueva, se debe preservar con un plástico, recubrirlo con tepes, o bien, levantar una ligera techumbre.
— Fresquera. Se construye con ramas una caja de forma prismática, utilizando alambres o cuerdas para las uniones de las aristas, dejando uno de los laterales con una puerta para poder meter y sacar la comida. Si se dispone de red de nailon, o si no con una tela fina, se recubre toda ella, procurando que no quede ninguna abertura.
No debe emplearse para cerrarla plástico, ya que se puede pudrir la carne o pescado al no tener ventilación. Una vez terminada, se cuelga de la rama de un árbol por medio de cuerdas o alambres, para que no puedan llegar a ella los animales que haya en la zona (ratones, zorros, etc.).
Otro utensilio puede ser el molinillo, que entre otras aplicaciones servirá para preparar infusiones calientes cuando se disponga de cebada. Para su construcción se toman dos latas vacías, redondas y de distinto diámetro; a la mayor se le practican pequeños orificios en su fondo con los rebordes hacia el interior de la misma, y a la menor se le hacen igualmente orificios, pero con los rebordes hacia el exterior, acoplándole a esta última un mango de madera para mayor comodidad.
El funcionamiento consiste sencillamente en poner una pequeña cantidad de grano en la lata mayor, se tapa con el envase menor, y girando éste dentro del otro se va moliendo, cayendo el grano molido por los orificios de la lata grande. Siendo muchas las cosas de que no se dispone en una situación de supervivencia, ya se indicó la necesidad de no desperdiciar nada, y así, con los envases y latas vacíos de los alimentos se pueden fabricar útiles que ayuden a hacer más cómoda la situación.
Con las latas vacías se pueden improvisar, además de molinillos, vasos, cazos, raseras, etc.
Las raseras se hacen con las tapas de las latas; una vez quitada esa tapa completamente de la lata, se le practican orificios, y con una rama se le acopla un mango sujeto por medio de alambre o clavos.
Los cazos se construyen con toda la lata, y al igual que la rasera, se le coloca un mango con una caña o rama.
La construcción de cucharas y tenedores depende de la paciencia y habilidad de cada individuo; uno de los métodos para su construcción es tomar un trozo de madera con las dimensiones apropiadas; sobre ella se dibuja la forma de la pieza deseada, y después, a base de cuchillo o navaja, se va quitando todo el sobrante de madera fuera del dibujo.
Una de las mejores maderas y más comunes para estos utensilios es la de boj.
Las tenacillas nos pueden ayudar para coger alimentos, utensilios o piedras muy calientes. Se pueden hacer del tamaño que se quiera.
Para hacer un cuchillo o navaja se necesita un clavo gordo de carpintero de, aproximadamente, veinte centímetros de largo, aunque cuanto más largo mejor. Se sujeta con unas tenazas o similar y se pone al rojo vivo, golpeándolo sobre un trozo de hierro con un martillo, hasta que esté totalmente plano. Cuando se enfríe se calienta de nuevo hasta que tenga la finura deseada. Para conseguir un buen aplastamiento del clavo se puede colocar en una vía del tren a su paso. El templado se consigue calentándolo aún más y sumergiéndolo, primero la punta y luego enteramente, en aceite o agua. Finalmente se coloca un mango de madera.
Los soportes para ollas, cazos, etc., que deban ponerse al fuego, se pueden hacer de altura fija o variable.
Los huesos y cornamentas también sirven de utensilios para cavar, fabricar anzuelos, mazas, sierras, arpones, puntas de flechas, lanzas, etc.
Para fabricar una aguja se coge un trozo de hueso adecuado y se le saca una punta afilada. Con un trozo de alambre calentado o un cuchillo se le practica un orificio.
La leña es necesario mantenerla seca, para lo cual puede ser conveniente fabricar una leñera.
En caso necesario, para protegerse del sol o reverberaciones luminosas, y si no se dispone de gafas oscuras, se pueden sustituir por un trozo de cuero, paño, cartón, etc., al que se le hacen dos ranuras horizontales frente a los ojos y se sujetan con cuerdas o cintas a la cabeza.
Si el tiempo y las condiciones lo permiten, el número de elementos que se pueden construir (mesas, sillas, armeros, etc.) es muy elevado; todo depende de la imaginación, habilidad y disponibilidad de madera existente.
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