Es frecuente que algunos de estos accidentes puedan sobrevenir en una situación de supervivencia, salidas y aventuras en naturaleza o cualquier otra circunstacia. Mientras esperas a recibir atención médica estos consejos te serán útiles.
ASFIXIA
Detención de la respiración. Coloración azul o palidez del rostro (síncope azul o síncope blanco). Las causas pueden ser las siguientes:
1.- El aire no llega a los pulmones porque hay una causa que se lo impide:
— Agua, en el ahogado.
— Tierra, en el sepultado.
— Cuerda apretando el cuello, en el ahorcado.
— Cuerpo extraño en vías respiratorias.
— Parálisis del músculo respiratorio, caso del individuo electrocutado o del fulminado por la acción del rayo.
2.- El aire llega a los pulmones, pero está viciado por la existencia de gases nocivos; carbónicos, etc., con disminución de la cantidad de oxígeno necesario para la vida.
3.- El aire puede llegar a los pulmones sin contenido tóxico de ninguna clase, pero un conflicto circulatorio, con detención del corazón, impide que el oxígeno sea distribuido en la proporción exigida para las necesidades del organismo.
En el primer caso, inténtese, por todos los medios, desembarazar al sujeto de cualquier obstáculo notorio determinante de la asfixia. Si se trata de cuerpos extraños introducidos en la boca, nariz o garganta, proceder a sacarlos con la mayor celeridad, y todo ello en el supuesto de que sean asequibles a nuestra acción, llegando incluso a poner al individuo cabeza abajo para facilitar la acción de la tos.
Límpiesele la boca de mucosidades, si es que existen. Tírese de la lengua con un pañuelo, repitiendo esta maniobra varias veces. Fricciónese enérgicamente la piel de todo el cuerpo.
Practíquese la respiración artificial en aquellos casos en que esté indicada, pues a veces una movilización del cuerpo extraño podría llegar a producir una asfixia irreductible.
Las quemaduras que afecten por inhalación o directamente a las vías aéreas, requerirán la provisión de una ayuda respiratoria artificial especializada con traqueotomía de urgencia.
— Asfixia por sumersión (ahogado). Desnudar al accidentado y practicar la respiración artificial; durante este tiempo, una ayuda consiste en friccionar enérgicamente al ahogado, además de mantenerlo caliente (mantas). Aunque, normalmente, es inútil tratar de reanimar a un ahogado que ha permanecido más de treinta minutos bajo el agua, hay casos en los que debido a la baja temperatura se puede sobrevivir, dado que la necesidad de oxígeno es mínima.
— Asfixia por viciado del aire. Póngase al asfixiado al aire libre. Practíquese la respiración artificial. Administrar oxígeno al 60 por 100 y proceder al masaje cardíaco en caso de parada del corazón.
— Asfixia por un conflicto circulatorio inminente. Tumbar al sujeto boca arriba con la cabeza en posición de seguridad y comenzar con la respiración artificial y masaje cardíaco si hay parada del corazón.
— Asfixia por electrocución. Con tensiones muy altas, el socorrista no está capacitado para aislarse convenientemente, por lo que su actuación está contraindicada, ya que puede ocasionarle la muerte.
Cuando un hilo de alta tensión cae a tierra sobre un suelo empapado o incluso simplemente húmedo (con rocío), una zona aproximadamente de 30 metros a cada lado está electrificada y muy peligrosa; no se puede aventurar la entrada en ella si no se está perfectamente aislado del suelo (zapatos secos rodeados de trapos).
Con tensiones medias, la conducta a seguir será la siguiente:
— Se cortará la corriente, si el interruptor está cerca. Con los pies sobre un objeto aislante y seco, y las manos envueltas en trapos o periódicos secos, o, mediante un palo u objeto de madera, se apartará a la víctima de dicha corriente, bien arrastrándole o quitando algún cable que pueda estar en contacto con ella.
— Una vez separado el accidentado de la corriente, y en caso de que exista parada respiratoria o cardíaca, o las dos, se procederá a efectuar la respiración artificial y masaje cardíaco externo (una o las dos maniobras cuando proceda).
— Se tratarán también las quemaduras que se hayan producido.
CONTUSIONES
Son traumatismos producidos por instrumentos romos que pueden ocasionar o no una herida asociada a la piel; se prestará especial atención a posibles fracturas o hemorragias internas.
— Contusiones leves. Calmar el dolor con analgésicos locales (analgésicos aerosol) y generales (aspirina, dipirona...).
Reposo funcional de la zona.
— Contusiones graves. Se seguirá el mismo tratamiento anterior, revisando la zona para descubrir lesiones asociadas. No se vaciarán los hematomas, salvo por personal especializado. Requerirá atención el estado general del sujeto, mediante la administración de sueros intravenosos para mantener el volumen circulatorio por la pérdida que supone de éste la formación de hematomas o hemorragias, tanto externas como internas. Se realizará una inmovilización del enfermo.
HERIDAS
Son traumatismos en los que, por la rotura de las envueltas externas del organismo (piel y mucosas), se ponen en comunicación con el exterior los medios internos.
En toda herida, y aparte de los trastornos que pueda producir al lesionar los diversos órganos del cuerpo, debemos prever varias complicaciones:
— La hemorragia, que puede llevar al shock.
— La infección, que puede conducir también al shock.
— El shock doloroso.
— Los retardos de cicatrización. Ulcera tórpida.
— Las cicatrices viciosas.
Sobre todas ellas se puede actuar desde el primer momento, y es muchas veces la primera cura la que determina la evolución de las mismas. La complicación constante de todas las heridas, y aquella con la que hay que luchar en primer lugar, es la hemorragia.
Toda herida accidental debe considerarse como infectada. En efecto, la piel, los vestidos, el aire, todos los cuerpos extraños que hayan estado en contacto con la herida o penetrado en aquélla, contienen gérmenes en gran número. Ahora bien, la infección no es más que el resultado de la lucha empeñada entre los agentes microbianos y las defensas del organismo atacado.
El proceso normal de cicatrización de las heridas requiere:
— Que la herida esté limpia de cuerpos extraños.
— Que no haya gérmenes en su interior.
— Que los bordes de la herida estén próximos entre sí.
— Que las defensas orgánicas no estén mermadas.
— Reposo de la zona afectada.
Siempre que falle alguna de las anteriores condiciones, la cicatrización será más lenta, e incluso puede llegar a hacerse imposible, dando lugar a una úlcera tórpida de evolución lentísima y que generalmente requiere procedimientos quirúrgicos para su curación.
El tratamiento de urgencia de las heridas se limitará a favorecer su cicatrización y evitar que se presenten las complicaciones anteriormente expuestas.
Reducir la hemorragia será la primera medida a tomar. A ello se dedicará el siguiente apartado. La aparición del shock puede prevenirse mediante la administración de analgésicos potentes en aquellas heridas muy dolorosas, reduciendo la hemorragia y luchando contra la infección.
Todas las heridas deben considerarse como contaminadas por gérmenes. Se hace esencial, pues, en ellas la lucha contra la infección. En la práctica se lleva a cabo mediante la eliminación de los cuerpos extraños que en ellas se encuentran: el lavado de la herida que arrastre la suciedad, la eliminación de los tejidos desvitalizados por la acción del traumatismo y la aplicación de antisépticos a los bordes de la herida, así como con la esterilización de todos los instrumentos, antibióticos localmente y por vía general, si la ocasión lo requiere.
Efectuado lo anterior, y si no existen signos evidentes de infección ní probabilidades de que se presenten, ha llegado el momento de cerrar la herida mediante ágrafes o puntos de sutura. No se olvidará administrar antitoxina tetánica para prevenir la aparición de tétanos.
Como normas de aplicación práctica, se dan, en heridas leves:
— Lavar de dentro hacia fuera con agua jabonosa, limpiando toda la herida. Extraer con pinzas estériles (flameado) los cuerpos extraños del interior.
— Volver a aplicar en el interior un chorro de agua jabonosa. Secar con gasa estéril.
— Desinfectar toda la herida con un antiséptico tipo agua oxigenada o povidona yodada. No aplicar alcohol ni mercromina.
— Cubrir con apósito estéril. Vendar (compresión suave).
— Poner antitoxina tetánica. En heridas muy anfractuosas, al no ser posible la evacuación, se debe proceder de igual forma que en el caso anterior.
HEMORRAGIAS
Las hemorragias externas son aquellas en que la sangre se vierte directamente al exterior. Proceden de la sección traumática de los vasos sanguíneos y sus características dependerán de la clase y calibre de los vasos afectados. Es conveniente saber la situación de los grandes vasos (zonas vasculares).
Las hemorragias externas pueden ser:
— Hemorragias capilares. Producidas por la sección de los pequeños vasos de este nombre. Son hemorragias difusas, en sabana, con múltiples puntos sangrantes, en general poco importantes y fáciles de reducir.
— Hemorragias arteriales. La sangre arterial, de color rojo claro, sale siempre con cierta presión. Si se puede ver el extremo del vaso seccionado, se observa que la sangre brota en forma de chorro intermitente, siguiendo el ritmo de los latidos cardíacos. La presión con que sale la sangre hace que puedan producirse hemorragias importantes, aun con lesión de vasos relativamente pequeños.
— Hemorragias venosas. La sangre venosa, de color oscuro, brota sin presión, rebosando la herida. Aunque, naturalmente, pueden ser gravísimas en caso de lesión de los grandes vasos, son, en general, menos importantes que las arteriales. Se recuerda que con frecuencia estos tipos de hemorragias se producen simultáneamente en una misma herida.
Las hemorragias internas pueden ser de dos tipos:
— Hematomas.
— Hemorragias cavitarias. Las hemorragias capilares y las arteriales o venosas pequeñas se reducen fácilmente con la aplicación de compresas de gasas sujetas por un vendaje. Las compresas pueden empaparse con un líquido hemostático (agua oxigenada o solución de antipirina al 2 por 100).
Las hemorragias arteriales importantes pueden tratarse:
— Por compresión directa: un puñado de gasas, o un paño lo más limpio posible, introducido en la herida y sobre el que se aplica el puño, oprimiendo fuertemente.
— Si se viera el extremo de la arteria que sangra, puede intentarse el cierre de la misma por medio de una pinza.
— Si se sabe qué arteria es la que sangra, se puede comprimir con el dedo por encima de la herida, y en un lugar en el que se la pueda presionar sobre un plano duro.
— Cuando los procedimientos anteriores no sean eficaces, y en las heridas arteriales de los miembros, se recurrirá a la compresión circular de la base de los mismos por medio de un lazo circular o tortor. La compresión se hará por encima de la herida (entre la herida y el corazón), procurando utilizar siempre medios elásticos (cinto o tubo de goma, tirantes, goma de calzoncillos, etc.) y aflojando cada media hora el referido tortor.
El tratamiento de estos heridos es urgentísimo. La pérdida de líquido y, por tanto, la disminución del volumen circulatorio, es también causa de trastornos en el estado general del herido, por lo que es necesario reponer rápidamente el líquido perdido inyectando suero, o bien, administrando bebidas abundantes si el paciente no tiene alterada su consciencia.
En las hemorragias internas, al no poder actuar directamente sobre el foco, se tratará de comprimir externamente la zona, se le aplicarán compresas frías o bolsas de hielo en la zona afectada, se repondrá el volumen sanguíneo perdido mediante sueros intravenosos y se le administrarán medicamentos coagulantes.
ESGUINCES
Cuando por un movimiento forzado de una articulación se sobrepasa la elasticidad de los ligamentos, éstos se desgarran. Existe hinchazón en la parte lesionada, dolor localizado y, a veces, derrame en el interior de la articulación. Se tratará con inmovilización, vendaje compresivo, aplicación de compresas frías (primeras cuarenta y ocho horas), linimentos, y se aplicarán antiinflamatorios intramusculares u orales, tipo dipirona, y aspirina o antiinflamatorios.
LUXACIONES
Por un movimiento cruzado, las superficies articulares se desplazan anormalmente perdiendo su relación mutua.
En toda luxación, además, hay un esguince. El tratamiento de urgencia de las luxaciones se reducirá a la inmovilización, no debiéndose intentar la reducción de las mismas de no tener conocimientos previos, ya que las maniobras mal realizadas pueden producir una fractura.
Por otra parte, no existe mucha urgencia en realizarlas y, a veces, no se pueden hacer sin una previa anestesia general, ya que los músculos veci-nos, contraídos, impiden la reducción.
FRACTURAS
Los signos de una fractura son el dolor localizado, la movilidad anormal, la deformación, la crepitación al tacto y la impotencia funcional. Se llaman fracturas complicadas las que han producido múltiples fragmentos, las que interesan a una articulación y las fracturas abiertas. Todas ellas agravan el pronóstico.
En el tratamiento de urgencia de las fracturas se tendrá en cuenta:
— Mover lo menos posible el miembro lesionado. Todas las maniobras de exploración o tratamiento se harán de forma suave y cuidadosa. Si hay que mover el miembro, se realizará por tracción, estirándolo en el sentido del eje del hueso.
— No pretender reducir la fractura limitándose a colocarlo aproximadamente en posición normal.
— Inmovilizar con férulas o con medios improvisados (tablas, ramas, bastones, etc.), no sólo el segmento del miembro fracturado, sino también las articulaciones de encima y debajo de la fractura.
— Calmar el dolor y atender al estado general.
— En las fracturas complicadas, además del tratamiento anterior, habrá que atender a la hemorragia asociada, la herida externa y, sobre todo, el estado general, que puede llegar al shock por la pérdida de sangre o el dolor. Se repondrá volumen con sueros intravenosos.
LESIONES POR RAYO
Cuando descarga una tormenta se debe prevenir el peligro adoptando la postura más segura, que es en cuclillas, con las piernas juntas, y procurar no buscar refugio en los árboles.
En caso de estarse bañando hay que salir rápidamente del agua.
Los automóviles son un lugar muy seguro, si están bien cerrados y sin antena (caja de Faraday).
La persona azotada por el rayo pierde el sentido por paro cardíaco o por parálisis del centro respiratorio en el cerebro. Por ello se debe comenzar inmediatamente el masaje cardíaco o la respiración artificial, continuándola durante cierto tiempo, como en el caso del ahogado.
Los puntos de entrada y salida del rayo se reconocen por las marcas que deja en forma de puntos ennegrecidos de quemaduras en la piel y que han de ser atendidas como las demás heridas.
MAL DE ALTURA
La causa de este mal es la disminución de la producción de oxígeno en el aire, dándose principalmente en personas no aclimatadas a la montaña, al realizar una ascensión demasiado rápida. Aparece generalmente en alturas de más de 3.000 metros.
Los signos son palidez, color gris en el rostro, cercos alrededor de los ojos, coloración azulada en los labios y la piel, náuseas, vómitos, respiración rápida, y puede incluso llegarse a la pérdida de conocimiento.
El tratamiento debe realizarse a las primeras señales con descansos prolongados, tumbado hacia arriba, respiraciones profundas y tomando bebidas azucaradas. Descender en cuanto sea posible, notándose una mejoría progresiva.
INTOXICACIONES
Las intoxicaciones agudas pueden ser producidas por venenos incorporados al organismo, bien por ingestión, por inhalación, por contacto o por inoculación. Por otra parte, las intoxicaciones pueden ser debidas a diferentes cuerpos y productos, como el arsénico, fósforo, bromo, mercurio, cobre, productos medicamentosos a dosis tóxicas, lejía, derivados del petróleo, venenos vegetales y sus alcaloides, como el opio, la morfina, o alimentos en mal estado.
Naturalmente, cada envenenamiento es específico, y los tratamientos necesitan medios y conocimientos especiales.
En la imposibilidad de realizarlos, recurriremos a medidas generales:
— Procurar eliminar la mayor cantidad de tóxico posible; para ello provocaremos el vómito (por introducción de los dedos en la garganta, por cosquilleo de la misma con una pluma, etc.). Esta medida está contraindicada para las intoxicaciones de derivados del petróleo y de los cáusticos.
Se administrará un purgante, a fin de eliminar el tóxico que haya pasado al intestino.
— Neutralizar, en lo posible, el tóxico que haya podido quedar en el tubo digestivo, teniendo en cuenta que los ácidos se neutralizan con alcalinos (magnesia calcinada, leche) y los alcalinos con ácidos (jugo de limón, vinagre, etc.). Se pueden neutralizar, en gran parte, venenos con carbón vegetal y compuestos de tanino.
Por último, se deben tratar los síntomas que aparecen con tónicos cardíacos, antidolorosos, etc. Si el intoxicado es por inhalación, se debe retirar rápidamente al accidentado de la atmósfera venenosa.
Las intoxicaciones por inoculación son frecuentemente realizadas por las picaduras de animales inferiores (insectos, arácnidos, etc.) y por las mordeduras de animales venenosos. Las picaduras de insectos (avispa, abeja, miriápodos —ciempiés—, etc.) no suelen producir más que inflamaciones locales, pero, a veces, pueden resultar intoxicaciones de gravedad, ya sea por la región del cuerpo afectada, por la sensibilidad del individuo o por tratarse de múltiples picaduras.
Para su tratamiento de urgencia emplearemos los toques de alcalinos (amoníaco en el punto de inoculación) y antihistamínicos.
Las arañas, incluida la temida tarántula, no producen más enfermedad que trastornos locales, con un tratamiento igual que el anterior para los insectos. Sólo una araña americana la "viuda negra", puede producir lesiones graves y aun mortales.
La picadura del escorpión no suele ser mortal; sólo puede ocurrir esto en caso de escorpiones grandes. Las picaduras son más graves en los meses de mayo y septiembre, por ser la época en que la bolsa venenosa está más repleta.
Para calmar el dolor se aplicará inyección de novocaína o, en su defecto, amoníaco, antihistamínico por la boca y cortisona o derivados en casos graves.
El contacto con medusas produce una lesión que se asemeja a una quemadura de gran picazón, acompañada, a veces, de cefaleas, vómitos e intranquilidad. Se debe aplicar pomada antihistamínica en el lugar de contacto y antihistamínicos en comprimidos.
Las mordeduras de animales venenosos que tienen más interés son las de los reptiles como la víbora, única serpiente venenosa que existe en España. Las medidas de urgencia ante una mordedura son: colocar una ligadura en el miembro herido, por encima del punto de inoculación, que está determinado por las heridas producidas por los dientes. Esta ligadura se aflojará quince segundos cada cuarto de hora, a fin de hacer pasar la ponzoña sólo en pequeñas cantidades al organismo.
Con un instrumento cortante, hacer una incisión que una los puntos de inoculación que determinan las heridas hechas por los dientes del ofidio, y de una profundidad igual a la de la herida.
Un individuo con la boca sana debe chupar en la herida para extraer la mayor cantidad de sangre y escupirla; inyectar novocaína alrededor de la picadura; inyección de un estimulante cardiorrespiratorio tipo coramina; aplicar agua oxigenada y mantener al herido quieto y tranquilizarle.
Se pueden producir reacciones mortales independientemente del animal que ha afectado al sujeto, su tamaño o el número de veces que ha actuado, todo ello debido a una reacción alérgica; si ésta se presenta se deberá actuar rápidamente procediendo a la respiración artificial, masaje cardíaco y a la inyección intravenosa de adrenalina.
VENDAJES
Tienen como finalidad fijar los apósitos o materiales de cura sobre una herida, mantener una parte del cuerpo en una determinada posición, impedir la salida de alguna víscera a través de una herida, o bien reducir una hemorragia.
Un vendaje bien practicado ayuda en la curación del paciente, pero si se aplica mal, puede ocasionar trastornos de mayor o menor gravedad. Los vendajes improvisados se pueden hacer a base de pañuelos, tiras de tela, paños, sábanas, etc. Son de gran valor en la inmovilización provisional y de urgencia en las fracturas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario