domingo, 19 de marzo de 2023

AFECCIONES DEBIDAS AL SOL Y AL CALOR EN LA SUPERVIVENCIA


De la misma manera que el frío puede causarte complicaciones, también pueden ser tue enemigos el sol o el carlos excesivo. Presta mucha atención a estos consejos básicos.

El sol produce dos tipos de irradiación de los que se pueden derivar daños sobre nuestro organismo por irradiación excesiva: 

A) Radiación calorífica (rayos infrarrojos). 

B) Radiación ultravioleta. 

La primera eleva la temperatura de nuestro cuerpo, nos calienta. La segunda nos quema en exposiciones excesivas.

INSOLACION

Se trata de una lesión cerebral por los rayos solares. La cabeza, sín protección ni refrigeración, recibe los rayos solares durante un tiempo prolongado y se van calentando progresivamente los tejidos de fuera adentro. 

Se calientan los huesos del cráneo y con ellos el cerebro, muy sensible, situado inmediatamente por debajo. Se producen pequeñas hemorragias en los vasos más finos y aparece la enfermedad de la insolación. 

En las formas leves se presentan náuseas y dolor de cabeza, y a veces, vértigos. Con el descanso a la sombra, con bolsas de hielo o, en su defecto, con prendas de ropa empapadas en agua fría sobre la frente y nuca, así como comprimidos contra el dolor de cabeza, se podrá alcanzar el refugio próximo. Después de un sueño prolongado todo vuelve a la normalidad. 

Si no se advierten los primeros síntomas, o no se relacionan con la acción del sol, se agravan las náuseas, aparecen vómitos, añadiéndose intenso dolor y rigidez de nuca. La pérdida progresiva de conciencia y la respiración dificultosa pueden presagiar la muerte en pocos días si no se proporciona al enfermo la ayuda médica conveniente. 

Hay que tener en cuenta, para no engañarse, que los síntomas de la insolación pueden aparecer pasado el tiempo, cuando sea dificil relacionarlos con la acción solar. 

Es necesario siempre guardar un reposo prolongado tras haber sufrido insolación, así como evitar el sol, el alcohol, la nicotina y las excitaciones. 

La protección contra la insolación consistirá en cubrirse la cabeza con una gorra o sombrero, preferiblemente de color claro, lo que se hace necesario siempre en alta montaña y el desierto, ya que incluso a través de una ligera capa de nubes o niebla puede producirse la lesión.

GOLPE DE CALOR

Resulta de un aumento de la temperatura corporal cuando no puede ser contrarrestada por los mecanismos normales de eliminación del calor (sudor, etc.). Se va a producir, pues, en trabajos corporales intensos, en ambientes con temperatura elevada (ascensos de montaña, desierto, etc.). 

Todo lo que dificulte la sudoración lo favorecerá: ropa muy ajustada que impide la renovación de aire fresco, falta de agua, diarreas y cualquier otra causa de deshidratación. 

Asimismo, cuando se halle entorpecida la eliminación del sudor en los ambientes húmedos y cálidos: valles encajonados, depresiones nevadas sin viento, etc. 

En las circunstancias anteriores la temperatura corporal puede ascender incluso a 40° C y más. Se presentan palpitaciones cardíacas, el rostro está enrojecido, se siente dolor de cabeza y pueden aparecer náuseas y vómitos. 

A diferencia de la insolación, estos síntomas suelen desaparecer en una o dos horas. Los primeros auxilios deben tender a facilitar la eliminación del sudor; suprimir ropas excesivas y apretadas, colocar a la sombra y aplicar paños mojados en agua fría. En casos más graves se hará necesario bañar al accidentado en agua fría o envolverle en una manta empapada en agua fría, también al tiempo que se le fricciona todo el cuerpo. No suministrar nunca bebidas alcohólicas. 

Cuando la temperatura descienda a los 38° C, deberán suspenderse las aplicaciones frías para evitar la presentación de un colapso. 

Como prevención, se llevará ropa ligera, no apretada, de color claro, cabeza cubierta, y, si es posible, se evitarán los grandes esfuerzos en las horas o lugares más calurosos.

CALAMBRE TERMICO

Trastorno originado por la insuficiencia para reponer la pérdida de cloruro sódico por el sudor (especialmente en individuos no aclimatados), como consecuencia del esfuerzo físico realizado a temperaturas altas. 

Se caracteriza por la aparición súbita de calambres intensos en los músculos abdominales y del esqueleto. El enfermo puede encontrarse postrado con las piernas flexionadas o agitado, gesticulante y a veces lanzando gritos, víctima de dolores muy fuertes. El comienzo suele ser agudo. Sin tratamiento, el ataque puede durar horas.

La prevención puede conseguirse mediante la ingestión de un vaso (cuatro veces o más al día) de la siguiente solución: un litro de agua más dos cucharadas de sal de cocina y una cucharadita de bicarbonato. El tratamiento se hará con la misma solución repetida, según sea necesario. 

En algunos casos que no ceden al tratamiento se hará necesario un relajante muscular.

QUEMADURAS SOLARES

Son quemaduras de la piel por los rayos ultravioleta de la luz solar. Es interesante destacar que estas radiaciones no son perceptibles por el ojo humano, y que la sensación de calor de la piel durante la exposición al sol no tiene nada que ver, en principio, con la luz ultravioleta. 

Hay que tener en cuenta, asimismo, el modo tan enorme que aumenta la irradiación con la altura, así como que la nieve, hielo y niebla reflejan adicionalmente la luz. Nos da una idea de lo anterior el que a 1.500 metros de altura, con nieve recién caída, la irradiación puede ser ocho veces mayor que en un valle con vegetación. 

Según la duración e intensidad de la irradiación, se producen tres grados distintos de lesión: 

a) De primer grado: con enrojecimiento, hinchazón y dolor en la zona. 

b) De segundo grado: la lesión avanza y se produce la formación de ampollas. 

c) De tercer grado: con lesión en las capas cutáneas más profundas, desaparición total de la piel en la zona afectada. 

En los grados segundo y tercero existe el peligro de infección por supuración grave. Si se expone una gran parte de la superficie corporal a la acción solar intensa, se origina a través de la quemadura una pérdida importante de líquido y sales minerales; se facilita la entrada de gérmenes y, debido a la pérdida de protección que proporciona la piel, se puede llegar al shock y la muerte. Se hace necesaria la ayuda médica inmediata. 

Las personas rubias, y especialmente los pelirrojos, se hallan más predispuestos a este tipo de lesiones. Deberán tomar, pues, más precauciones. 

Hay que destacar que la ropa de perlón, nailon y similares no protege contra los rayos ultravioleta, a diferencia de las prendas de algodón. La prevención es esencial en este aspecto. Evitará con seguridad los dolores, a veces casi insoportables. 

Para ello no se deben exponer al sol grandes partes del cuerpo sin un acostumbramiento previo y progresivo. Nunca, los primeros días, por un periodo superior a la media hora. En el caso de la montaña se tendrá en cuenta que la prenda de cabeza absorbe la luz ultravioleta de arriba, pero no la reflejada por la nieve, por lo que se recomienda cubrir la cara con una gasa o paño con una abertura para los ojos, siempre y cuando no se cuente con lentes oscuras de protección solar. 

Como tratamiento, en la quemadura solar sin formación de ampollas, se recomiendan las compresas de agua fría (calman el dolor) y permanecer a la sombra o en espacios frescos, y, sobre todo, evitar toda exposición adicional. 

Por supuesto, son útiles las pomadas contra las quemaduras solares, así como todo tipo de aceites. En las de segundo y tercer grado, se tendrá en cuenta su facilidad para infectarse. En ellas aplicaremos cualquier antiséptico o pomada antibiótica sobre la quemadura y se cubrirá la zona con un apósito lo más estéril posible.

CONJUNTIVITIS Y CEGUERA SOLAR

Un exceso de irradiación solar va a producir sobre los ojos sin protección un efecto semejante a la quemadura solar de piel, solo que trasladado a la conjuntiva y a la retina o capa de visión del ojo. 

Cuando la lesión asienta en la conjuntiva, se encontrará irritada, enrojecida, con fuerte picor y dolor de ojos, que lagrimean abundantemente. Todo pasa con reposo general y permaneciendo a oscuras; si se dispone de él se debe usar colirio antiséptico sedante. 

Otras veces, la afección se produce en la retina, situada en el interior del ojo, en cuyo caso pueden quedar lesiones duraderas (ceguera para los colores, etc.). Es imprescindible en las exposiciones intensas o prolongadas que pudieran dar lugar a estas lesiones que no se observan a simple vista, ocluir con un vendaje ambos ojos; calmar el dolor con analgésicos por vía general y local. Es útil aquí también el reposo absoluto, corporal y psíquico en un recinto oscuro. Afortunadamente, la ceguera de sol y nieve (que ya hemos dicho que facilita las quemaduras solares al reflejar gran parte de los ultravioleta que le llegan) es generalmente reversible y muy pocas veces deja secuelas duraderas. 

Se impone el uso preventivo de gafas de vidrios que absorban los ultravioleta y anulen el deslumbramiento de la nieve y glaciares. 

Es muy importante la indicación de que, al marchar por la nieve o glaciar, una protección lateral impida la penetración de luz de los rayos solares, que incluso pueden improvisarse con un trozo de papel o cartulina. Si se rompen o pierden las gafas de sol se pueden reparar o reponer con una cartulina agujereada con un alfiler. Es la llamada "gafa de agujero", que proporciona una seguridad relativa y permite ver suficientemente, e incluso realizar descensos en esquí.

QUEMADURAS 

Producidas por la acción directa del fuego, de cuerpos calientes sólidos, líquidos o gases, por cáusticos (ácidos y álcalis fuertes) o por irradiaciones (infrarrojos, ultravioleta), pueden ser de tres grados de intensidad: 

— Se llaman de primer grado aquellas en que las lesiones se reducen a un enrojecimiento de la piel, seguido, al cabo de unos días, de la descamación de la misma. 

— Son de segundo grado las que, por afectar a capas más profundas de la piel, provocan la aparición de ampollas, que contienen un líquido claro, que al romperse dejan al descubierto la dermis, de color rojo vivo y muy sensible al menor contacto. 

— Se llaman de tercer grado las que producen destrucciones de tejidos en más o menos profundidad. 

Se recuerda que las quemaduras son más graves por su extensión que por su profundidad. Las que alcanzan al 10 por 100 de la superficie corporal producen ya trastornos graves; las que alcanzan a un tercio de la misma son mortales con frecuencia. 

La regla llamada de los "nueves" nos permite saber aproximadamente la superficie a que afectan las quemaduras: el 9 por 100 correspondería a la cabeza y cuello; otro 9 por 100, a cada uno de los miembros superiores; el 18 por 100, a cada miembro inferior; el 1 por 100, a los genitales externos, y el 18 por 100, a la mitad del tronco. 

La gravedad de las quemaduras se debe a varias causas, entre las que hay que destacar la intoxicación por productos formados en la carbonización de los tejidos y la pérdida de líquidos a través de la superficie de la quemadura. Se manifiesta principalmente por un estado intenso de shock, temperatura elevada y supresión de la secreción de orina. El tratamiento de las quemaduras de primer grado se limita al empleo de cuerpos grasos (aceites, cremas), y en las de segundo, a la cura antiséptica corriente. 

Las ampollas no se puncionan, y en las que están reventadas se recortará la piel desprendida. 

En las de tercer grado, además de la cura de la quemadura (limpieza, eliminación de los restos de la piel o tejidos carbonizados, pomadas antibióticas, compresas estériles y vendaje ligeramente compresivo), se procederá rápidamente a la reposición de líquidos mediante sueros fisiológicos o de cualquier otro tipo, siempre por vía intravenosa, y nunca dar nada por vía bucal. 

Se calmará el dolor, que puede ser intenso, mediante analgésicos por vía intravenosa.

Las quemaduras que afecten por inhalación o directamente a las vías aéreas, requerirán la provisión de una ayuda respiratoria artificial especializada con traqueotomía de urgencia.



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